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Si l semana pasada hemos hablado acerca de nuestra experiencia con Cristina, en la bodega de Os Cipreses, esta semana toca hablar sobre nuestra experiencia en la Ribeira Sacra con Oscar y nuestra visita a la Scintilla.

Hemos terminado el post anterior finalizando nuestra visita a Os Cipreses. Era justo la hora de la comida y Oscar nos llevó a un restaurante de la zona donde la comida era muy buena. Os Pendellos es todo lo que un turista quiere encontrar cuando está de visita por la zona y le apetece probar lo mejor de la gastronomía local.

Con las vistas preciosas

Os Pendellos

Os Pendellos está en el centro de la Chantada. Ciertamente un restaurante de parada obligatoria si lo que quieres es disfrutar de una buena comida. Eso sí, no vayas con prisa. El menú es vasto y no te quieres perder ni el postre. Probamos creo que todo lo bueno de la gastronomía local. Quesos, pulpo, bacalao, carrillada, y un par de carnes que ahora no soy capaz ni de nombrarlas.

Pulpo a feria – Os pendellos

Para maridar, vino local. Ni de Oscar, ni de Cristina. Esto me ha gustado mucho. Sabiendo que íbamos a verle después, lo que nos sugirió era probar vinos de otros viticultores de la zona, como forma de conocer más lo que hay en la región y también de tener una idea generalizada de los que es esta parte de la Ribeira Sacra.

Ribeira Sacra

De ruta por la Ribeira Sacra

Terminamos la comida sobre las 16 horas y según Oscar había que marchar para coger lo que quedaba de luz por el camino. Ahora empieza nuestra aventura. Subimos en su coche y empezamos a hacer la ruta por los altos montes de la Ribeira Sacra. Pero no fuimos por la carretera normal sino por una adyacente que estaba de pena. La verdad es que en esta hora me asusté mucho, pero veía que estábamos en mano de gente experimentada de la zona. Algunas horas pasábamos tan cerca de un vacío que no sabia si cerrar los ojos de miedo o abrirlos bien porque, de verdad, ¡qué vistas!

De camino por toda esta zona es difícil no quedarse boquiabierto con la belleza de la naturaleza. Son composiciones únicas que se quedan en la memoria: el otoño, el sol, las laderas, ese mestizaje de colores de los viñedos, el río Miño. Todo formaba parte de una de estas pinturas únicas del arte… Admirar toda esta belleza en directo es un privilegio de pocos. Y era consciente de ello. Reflexionar sobre esto nos hace humildes. ¿Cuántos miles de años todo esto existió antes de nosotros? Poder verlo en directo, este día, en compañía de gente tan maja es lo que atribuye valor a este milagro que llamamos vida.

Ribeira Sacra

Bodegas

En toda esta zona de la Chantada y de los pueblos aledaños, no está solamente la Scintilla u Os Cipreses, sino también muchas otras bodegas. Oscar nos enseñaba detenidamente el paisaje y nos contaba acerca de unas y otras. Fue una tarde de los más agradable. Aunque no paramos en otras bodegas para conocer, ver de primera mano todo lo que nos rodeaba fue mágico. Principalmente cuando el guía turístico es también “enólogo”, “sommelier”, “historiador” y “chef”.

Antes de irnos a la zona de su Bodega, Oscar nos llevó a lo que el denomina “el viñedo más bonito del mundo”. Está al lado de una cascada, en una zona de difícil acceso, y con unos viñedos realmente imposibles de manejar. Fuimos hasta allí. Sin duda es un milagro de la naturaleza. Pero también es imposible de manejar. Me pregunto más de una vez ¡¿quién tendría coraje de cultivar viñas en una pendiente tan inclinada como la que vimos en estos viñedos?!

Ribeira Sacra

La Scintilla

Al caer de la tarde, Oscar finalmente nos llevo a su bodega. La Scintilla, según él “fue un hobby que se le fue de las manos”. Bueno, mi pregunta hacia a él más bien fue “¿Cómo se había metido en el mundo del vino?”. Y con el aire más campechano del mundo me soltó tal frase: “Esto es un hobby que se me fue de las manos”. Equilicuá, allí estábamos… en medio de una sala donde estaban todos los juguetes de este hobby que se le fue de las manos.

Antes de adentrar a la bodega más propiamente dicha, fuimos a ver las antiguas casas de sus abuelos, donde hacían vino, y conservaban la comida de la forma más rudimentaria posible. Allí estaban unas “mini” bodega de botellas (desafortunadamente) vacías.

La casa sigue bien conservada, aunque por dentro había de todo (muebles, comida), muy antiguo, y claro muy sucio.  Casi un museo digno de visita. Prácticamente una casa de Hobbit. En medio de un bosque que parecía, sin exagerar, de cuento de hadas, teníamos la sensación que nos iba a cruzar un elfo por un momento.

Ribeira Sacra

La bodega

Última parada: la bodega. Volvimos a la casa principal y nos pusimos a ver toda la bodega de Oscar. Nos enseño absolutamente todo lo que hacía allí, de pe a pá. Nos explicó acerca de sus vinos, nos dio muestras para probar de vinos directos de los tanques, y por último nos enseño la sala al fondo, donde tiene guardada sus tesoros de varias añadas y sus espumosos. ¡Flipamos!

Allí fue toda una master class en toda regla. No he aprendido tanto en mi vida en una tarde. Y esto fue lo que más nos encantó. Preguntamos acerca de todo, y nos ha encantado la didáctica y la sinceridad de Oscar cuando habla acerca de varios temas relacionados con el mundo del vino. Nos contó con detalles acerca de las elaboraciones de sus vinos, de las uvas que cultivaba. Hablamos sobre los aromas, las fermentaciones, los defectos, es decir… acerca de todo lo posible e imaginable. No nos cortamos en nada y el ha aceptado todas nuestras dudas y preguntas muy abiertamente.

La luna

Cuando terminamos toda la clase en la bodega, subimos para la sala principal. Ya hacía bastante frio, pero las sorpresas no paraban de aparecer. Esta vez la sorpresa debemos agradecer a la madre naturaleza que nos ha proporcionado una luna llena espectacular esta noche. No hay palabras para expresar como este día, que ha empezado de forma tan ordinaria, podía cambiar de tal forma en el transcurso de las horas para calar en nosotras lo extraordinario que fue este viaje.

La luna, coqueta y entrometida, se metió en nuestra fiesta particular sin preguntar y sin ser invitada. Olé por ella. Porque nos ha encantado. Era como si este día todos los planetas se alineasen para proporcionar a nosotras dicha experiencia que vamos a llevar en los anales de nuestra memoria.

Berberechos a bruma

La cata

Y como la luna no fue la última a sorprender, vamos poco a poco encaminándonos al final de este post y al último capítulo maravilloso de este día: la cata. Porque si nuestro día ha empezado con vino, no podría dejar de terminarlo.

Oscar nos llevó a probar sus vinos. Pero no con una cata normal, sino con los más bellos maridajes que he tenido en una visita a bodega. Aquel que el anfitrión piensa cuidadosamente en cómo sorprender y nos deleita con una gastronomía local, elaborada por el mismo, in situ, delante de nosotras. Olé, olé, olé. De palomino a Mencía, pasando por muchos otros. Cada uno con un plato distinto. Pero lo que más nos sorprendió fue el maridaje de sus vinos blancos con berberechos a la bruma. Recomiendo muchísimo probar su palomino (Columba 2019) que nos pareció muy rica y sorprendente y el Scintilla Blanco 2019, elaborada con 90% de godello y 10% de albariño. Pero la joya de la corona es Harema Maris. No dudéis de pedirlo. Claro que si puedes probad todos que no hay desperdicio.

Oscar, ¡mil gracias!. Puedo decir que, de mi parte, estoy segura de que volveré; y estoy segura de que mis amigas también.

¡Chinchin!

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