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¿Por qué la literatura y el vino confluyen?

Me hace gracia recordar la época que empecé a interesarme por el mundo del vino y sentir un verdadero interés en aprender acerca de este tema. Debería tener unos 24 años cuando mi suegro llegó a casa con unas 12 botellas de regalo; vinos españoles, por supuesto, de las más variadas regiones.

En el momento, estaba comenzando mi vida de pareja, con nuestro primer pisito en el centro de Madrid. Muchas cosas pasaron, pero desde entonces, el vino y yo creamos estrechas relaciones. Y desde entonces, no hubo separación.

El mundo del vino

Tuve mucha suerte en caerme de paracaídas en España, un país con más de 1 millón de hectáreas de producción vitivinícola y precios asequibles a todos los bolsillos. España y Portugal, además de ser regiones vinícolas por excelencia, con los vinos más en cuenta del mundo, poseen una calidad indiscutible.

Es cierto que el mundo del vino todavía provoca cierta repelencia o también ascetismo. ¡Es normal! Nuestra ignorancia se traduce casi siempre en una barrera, es decir, un mecanismo de defensa innato, que tiene cierta dificultad en aceptar lo que se desconoce.

Como en todas las profesiones, los pedantes (en este caso “enopedantes”) aparecen por todos lados; y muchas veces quitan valor de mucha gente que se tomó el tema en serio y estudió mucho para llegar hasta allí.

La pasión y las ganas me hicieron con que quisiera aprender más sobre ese mundo; leí una serie de libros, empecé a catar vinos y viajar a las regiones más emblemáticas del mundo. Después me matricule en cursos de catas más serios, en que enseñaban de verdad cómo reconocer y apreciar aquella bebida que estaba delante de mis ojos.

Los olores de la cocina

Empecé reconociendo todos los olores característicos de mi cocina – la canela, la vainilla, el café, el romero, la menta, etc. Toda mi cocina se ha convertido en un oasis de aromas.

De ahí pasé a las frutas: cómo identificar su olor y su sabor sin mucho esfuerzo. Por último, pasé al jardín: no que tenga un gran jardín, pero he aprendido a meter la nariz en todas hortalizas, hierbas aromáticas y flores que entraban por la puerta de casa.

Y poco a poco, día tras día, iba descubriendo olores peculiares, como el de mi calle, de mi piso, de mi ropa.

Pasado el tiempo, cuando los olores, las catas se convirtieron en lo habitual, que di un paso más. Tuve la sensación que cada botella de vino que abría en casa, que cada vino nuevo que descubría, una historia se contaba. Y para empezar a leer esta historia buscaba y rebuscaba, en mis adentros y en su historia, lo qué de tan especial tenía esta botella que me conmovía.

Hoy veo que cada botella de vino podría ser una novela; tan completa, tan compleja, tan sorprendente que leerla bien se exige mucho conocimiento.

Literatura y vino

Cata en Châteauneuf du Pape
Cata en Châteauneuf du Pape

A quien le gusta la literatura sabe cómo es gratificante terminar de leer novelas que parecen un rompecabezas; una vez que las termina sientes como si todo un mundo se abriera delante de tus ojos.

Pienso siempre en Ulises de Joyce; que libro más complicado – y qué victoria fue terminarlo. O en Rayuela de Cortázar – un libro que se puede empezar por diferentes capítulos.

El vino es así. No se trata de una historia lineal, coherente y con un solo punto de vista, una sola interpretación. Pero leerlo es algo realmente extraordinario.

En cada botella se esconde sabores, aromas, historias de una tierra, de una región. Descubrirles no es nada menos que agudizar los sentidos, perfeccionar los sentimientos. Es una forma de utilizar los sentidos para empezar a entender lo que se esconde detrás de aquel líquido, de aquellas uvas, de la tierra, de la copa.

Generalmente llego a casa todos los días, después de un largo día de trabajo y me sirvo una copa de vino. Junto a ella cojo mi libro y leo por más o menos una hora. Este momento, para mí, no es sólo un momento de desconexión del mundo, sino también el de unir placeres, el de unir literaturas, leer doblemente.

Cuando tengo una botella nueva en casa, muchas veces espero para abrirla en una ocasión más o menos especial, sea con amigos o sola. Pero también hago muchas veces un ejercicio solitario de lectura, analizando los colores, aromas y sabores – lo que llamamos hoy en día de catar.

Un ejercicio sensorial

Una vez hecho ese ejercicio, busco todo sobre la botella – región, año, uvas, forma de preparación y manipulado. Y con toda esa información, o parte, empiezo a entender un poco de su historia, su pasado, su legado, y de paso empiezo a apreciar el momento presente en la que estoy tomando.

Son literaturas que se confluyen: la que ya fue escrita, la que está dentro de la botella, y la que yo empiezo a escribir – desde mi perspectiva, de mi momento, el que vivo en el momento, desde mi admiración y contemplación por la vida: carpe diem!

Bodegas y Viñedos Casa del Valle
Bodegas y Viñedos Casa del Valle

Como los libros, no son todas las botellas que esconden una gran historia. Argumentos mediocres y mala literatura existen en las mejores librerías; el vino no es una excepción.

Pero cuando se descubre el gran clásico, inmortal y perenne a todo lo que le rodea, os puedo asegurar que para el buen lector, una copa basta.

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